David Mamani Cartagena
Jon Lee Anderson y su encuentro con los lectores de la FIL Santa Cruz
Jon Lee Anderson llegó ayer a la
Feria Internacional del Libro 2015 de Santa Cruz, gracias a las gestiones de
diario EL Deber. A pesar del retraso a la hora programada para la conferencia
magistral en el salón Gabriel René Moreno, el periodista norteamericano habló
durante hora y media sobre su experiencia como corresponsal de conflictos en
centro América en los años 80s para la reconocida TIME y su presente en la
revista New Yorker.
Pablo Ortíz, editor del área
nacional de diario El Deber fue el encargado de introducir al invitado. Anderson
recordó que había llegado la primera vez a Santa Cruz como mochilero, al final
de la década del 70; retornando años después luego del descubrimiento de los
restos del Che Guevara, de quien escribió su biografía.
Anderson recordó los inicios de
su carrera, remarcando la idea del periodista joven que atraviesa con dos
dificultades en el oficio: obviar verdades escritas en la libreta de apuntes,
es decir, decidir si se va a compartir algunas partes con el lector; y la
dificultad de transmitir la verdad cuando no eres el dueño del medio.
Afirmó que se
siente parte de una generación histórica de periodistas en EEUU, quienes
marcaron una ruptura al status quo del periodismo norteamericano, en un momento
histórico y político de su país, a raíz del retorno de las tropas de Vietnam y
el caso Watergate que provocó la caída del presidente Richard Nixon en 1974.
También hizo notar la dicotomía
que supone reportear en un conflicto como fue la revolución sandinista en
Nicaragua, cuando uno de los protagonistas es tu propio país. “Decir la verdad
cuestionando el método que utiliza el país para resolver el conflicto, pero sin
perder el patriotismo” dijo.
Anderson fue corresponsal de la
revista TIME cuando realizó la cobertura en Nicaragua, donde al inicio de todo periodista
joven, “uno es feliz cuando publican su nota”. Empero, ser corresponsal también
suponía el riesgo de ver modificado el reporte, porque éste al final terminaba
siendo reescrito por los editores. El cronista hizo notar que TIME prefería
contar ciertas partes del relato, lo que “menguaba su investigación”. Todavía
fue más específico cuando le fue revelado un manual de la CIA (Central de
Inteligencia norteamericana) durante la intervención de los “contras” en
Nicaragua, describiendo métodos de tortura y táctica de guerra. Esto supuso la
indignación de Anderson, quien a pesar de haber escrito sobre el tema y al no
ser publicado, prefirió filtrar esta información y denunciarla en DDHH y ONgs.
Anderson aprovechó de firmar algunos ejemplares de sus obras
En conclusión, Anderson dijo que “hay
verdades encubiertas escritas por algunos periodistas, y que luego son
desenterradas por otros periodistas”. Asqueado por el panorama, Anderson
prefirió seguir con la escritura, publicando libros sobre los insurgentes
centroamericanos como la biografía del Che Guevara.
Al presente, Anderson trabaja
para la revista New Yorker, donde siente autonomía para argumentar sus
“nociones de crónica”.
Al final quedaron algunas frases
como:
“Los gobiernos no son organismos
éticos, sino organismos del poder; y los medios son una mecánica del poder”.
“El periodismo es un servicio
público por más que trabajemos en un medio privado”
“El poder no cuestionado es
potencialmente dañino”
“Los conflictos son el fracaso de
la política. Sangre a falta de debate”
“La prensa debe nutrir el debate
para una sociedad saludable”
“El periodismo vence a la censura
en un estado de derecho consolidado”
Luego de algunas preguntas del
público, y la declaración de huésped ilustre de la ciudad por parte de la
Alcaldía; quedó la duda de saber cuántos años de indignación y decepciones
sobre el oficio obligan la decisión de asumir la propia independencia para
informar. Un periodismo planteado desde la filosofía, la ética personal y los
límites de la transgresión de los propios principios.
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