domingo, 17 de enero de 2010

MAÑANA ES MEJOR


David Mamani Cartagena (*) (Ponencia leída en el marco del Barcamp SCZ 2010)


Para Javier Rodríguez



He vivido tres décadas y hace cinco años que me dedico al periodismo cultural, por tal motivo trataré de justificar mi oficio al presente como un vago cuestionamiento. Varios colegas hemos coincidido como discrepado, y tal vez fracasado alguna vez a la hora de definir periodismo y cultura. Pareciera que el perfil del oficio se diluye regularmente y pide adaptarse.

Cuando recibí la invitación para escribir y/o describir mi experiencia (en el área) y la relación con la web 2.0 (al menos eso entendí), decidí despojarme de cualquier pretensión y no hacer mella de un tema que desconozco. Tengo la ingenua impresión que cada día que vivo me siento a la vez desconectado del léxico del hipervínculo. Por tal motivo trataré de dar una aproximación o definición tentativa en cuanto al tema solicitado para esta ocasión.

Al reconocer mi oficio como un ejercicio, diría que trabajo en prensa escrita porque escribo en dos soportes: impreso y digital. Sobre lo que escribo tengo mucho para hablar así que seré breve y comentaré algunas anécdotas.

Debo admitir que llegué tarde a la web 2.0 y a la fecha no sería conveniente citar el transcurrir del tiempo como una excusa para quedar relegado. No puedo negar el devenir que me rodea, vivir y escribir sobre él.

Mi incursión en la web 2.0 se origina en diciembre de 2006, creando un blog que contendría información referida a los actores locales dedicados al ámbito cultural. A priori decidí aferrarme a una definición de cultura para aquello que entendía y se limitaba al arte (una mera representación de la realidad). Es decir el signo, el objeto u obra de arte (un cuadro, una escultura, una película, una puesta en escena, etc.) y su relación con el espectador.

No quisiera obviar otros detalles y a colación les comento que el acto de crear dicho blog fue por la necesidad de tener un espacio propio donde escribir, luego de un intento fallido por sacar a la luz una revista cultural impresa. En aquel entonces, mi impetuosa posición se caracterizaba por generar un cambio en el periodismo cultural local a través de un estilo propio y al mismo tiempo evitar trabajar en un medio masivo. Hoy más que nunca me niego a bajar los ímpetus porque todavía se cuestionan nimiedades.

Por ejemplo, muy pocas veces se alude al discurso contenido y al contrario se discurre con el soporte. Frecuentemente se compara el uso, si es legítimo o no escribir a través de la web. De la lectura hablaré luego.

Recuerdo hace unos años, fui entrevistado por una colega vía correo electrónico. Una de sus preguntas hacía referencia a mi elección en cuanto al oficio de escribir. Tácitamente respondí: “No habría una preferencia en un sentido de alcance o masividad, es decir, escribo para que mucha gente me lea, sino todo lo contrario; que la gente que me lea entienda lo que escribo.

El año pasado redacté una reseña sobre la película nacional Rojo Amarillo Verde de Sergio Bastani, Martín Bulocq y Rodrigo Bellot, directores respectivamente. Por motivos de exclusividad, el artículo salió publicado primero en el suplemento cultural sabatino de un diario local y luego decidí publicar la misma nota en mi perfil de Facebook. Recuerdo que llegué a leer 20 comentarios de unas diez personas. La mitad de estas personas aducían que mi nota era una ESTUPIDEZ con mayúscula y apenas una persona escribió en mi muro indicando que le encantó la misma. Esta última persona a diferencia de las otras, leyó el vapuleado artículo en el periódico. Hasta ahora manejo dos hipótesis del caso: 1) el soporte no importa mientras haya buenos lectores, 2) el alcance dependerá de la simpatía que tenga con mis contactos del Facebook.

En la lógica de las comunidades virtuales, si comparara el Facebook como el blog, diría que el primero es solo una trinchera abierta, mientras que el segundo es un lugar íntimo que no es igual a anonimato. Quizás es narcisista.

Hablemos de los autores (referidos a la literatura). He podido indagar que quienes no poseen un blog se ubican en varias posiciones. Algunos mantienen un idealismo al no alinearse a la tecnología presente y deciden ser fieles al papel. Otros calculan cuánto dinero pierden anualmente por las versiones download de sus libros. Hay contados y osados que adoran tener un blog porque es una suerte de gimnasio para no perder el estilo, y otros tan patéticos que solo leen blogs para saber si los amateurs serán algún día su competencia.

En cuanto a los lectores (me incluyo), confieso que nunca leí los libros de Fabián Casas, escritor argentino contemporáneo que idolatro con pasión. Empero, leí cada una de las entradas que Casas ha publicado en cuatro blogs personales que administra. También leí cada entrada de cinco blogs dedicados enteramente a su figura. Ya perdí la cuenta del total leído, solo me limito a decir obsesión.

No sé si podría comparar la voz del autor a través de ambos soportes, digital o impreso. Debería hacer una excepción y quizá afirmar que la emoción al leer no es la misma. ¿Estaré equivocado?

A continuación leeré lo que decía Fabián Casas en una conferencia transcrita a un libro impreso:

“Ahora se habla mucho sobre el futuro del libro, si va a mudar definitivamente hasta convertirse en una pura realidad virtual. Los chicos que nacen con internet pueden acumular toda la obra de Tolstoi en un pequeño archivo. Y leerla en sus computadoras. Sin embargo, me cuesta creer que vamos a poder dejar de tocar el papel, de olerlo”.

Estaba equivocado. Coincido con Casas y prefiero suscribirme a la idea del sentido del olfato, la facultad sensorial. El sentimiento no es perceptible.

Hasta aquí he relatado mi experiencia o descripción del oficio y su relación con la web 2.0.

Tal vez cuestionarán que hasta al momento solo hablé de las letras. Reitero mi definición a priori sobre lo que entendía por cultura (referido al arte). Es lógico que la literatura tenga una intrínseca relación con la escritura por el soporte (digital o impreso). Hablar y escribir sobre las otras artes (cine, música, pintura, etc.) nos tomaría buen tiempo para dilucidar. Entonces convendría sentenciar que la relación intrínseca entre el arte con las nuevas tecnologías no se basa en el objeto u obra de arte, sino más bien en su relación con el entorno, toda vez que cambia si es reflejada en la realidad virtual imperante.

Repito, quizá no asistiremos a la muerte del objeto u obra de arte, sino a la intimidad que le rodea. Ojo, no me refiero al sentimiento, reafirmo que no es perceptible y hago hincapié en lo sensorial. La literatura como cualquiera de las artes, al ser un reflejo de la realidad, converge en una brecha entre creador y apreciador, es decir producción y percepción. En la virtualidad esta brecha desaparece. Corroboro dicha teoría en palabras de una amiga quien es artista visual, Valentina Bacherer. Conversando alguna vez con ella, sostuvo que “la idea del arte como emulación de la realidad había terminado. Hoy más que nunca las vanguardias están por encima de él”.

Roberto Valcárcel, destacado artista conceptual, nacional, decía que la realidad no existe. “La realidad es una construcción, una creación. Si arte es reflejar la realidad entonces la mejor obra de arte sería un espejo” Valcárcel dixit.

Prefiero seguir divagando y utilizar la analogía de Valcárcel y preguntarme:

¿Será posible aceptar en un futuro próximo que la mejor obra de arte sea una pantalla?

Si aún es difícil comprender lo enunciado anteriormente espero responder la otra parte del elucubrado cuestionamiento que he realizado: ¿cuál es la definición de periodismo?

Creo haber delineado un perfil del oficio, el ejercicio a través del soporte, lo cual conlleva un registro. Actualmente considero que mi lugar carece de importancia ya que la información puede ser construida desde una laptop por cualquier persona.

Acaba de concluir una década marcada por un cambio cultural, cuyo cenit se vio reflejado el año 2006. Todavía recuerdo la portada de la revista norteamericana TIME, aquella imagen sugestiva de la MAC (ordenador); monitor, teclado y mouse. TIME declaraba que el personaje de ese año eras TU. TU, dueño de la información, dando la bienvenida a TU era. Resalto la palabra TU.

¿Cómo concluir entonces?

Al ser una aproximación tentativa (espero no errada) me limitaré a decir que el arte ya no es una parte del todo (1), de la realidad perceptible. Me pregunto si alguna vez se invertirán los roles, si el arte llegará a ser una emulación de la realidad virtual, o quizá la realidad virtual sea nuestro próximo arte a apreciar, a escribir y hablar sobre él.

Queda claro también que mi definición de cultura (antes limitada al arte) se quiebra definitivamente y abarca un todo de la realidad como de la virtualidad.

Creo que el oficio de escribir de ahora en adelante nos pertenece a todos. Creo que será un reto responder nuevos como vagos cuestionamientos cada vez que éstos se diluyan y pidan su adaptación. Mientras tanto les digo: MAÑANA ES MEJOR.

Gracias.


Santa Cruz, Bolivia, 16 de enero de 2010.

(*) Periodista cultural, corresponsal en Santa Cruz del suplemento Ramona de diario Opinión de Cochabamba. Colaborador eventual de diarios locales como publicaciones independientes.

(1) El arte como parte del todo, entendiendo que sus propiedades estéticas pueden ser cuestionadas por un curador y artista.

2 comentarios:

MaJo dijo...

David, si bien no escuché tu disertación, es muy gratificante poder leerla, muy gratificante.
Saludos!

David Mamani Cartagena dijo...

gracias MaJo, besote