David Mamani Cartagena
Me interesa el cinismo. Aquel que
promueve el sano juicio y el justo criterio. De un tiempo a esta parte la
palabra revolución se ha devaluado. De lo que se habla y lo que se hace. Ahora emerge
una llamada Jigote.
Podría pensar que los mejores
ardids publicitarios sugieren pero no imponen. Son inteligentes pero no
ingenuos. "Sonreí, cuidá y respetá" dicen algo, y es el atenuante de un marketing
que ofende el sentido común, si al margen tengo que levantar el dedo meñique
para decir que milito o estoy de acuerdo.
Me niego a aceptar tácitamente
que la llamada revolución es una iniciativa ciudadana si la promueve una
organización privada cuyos intereses desconozco. Puedo aceptar que es una
iniciativa que convoca al ciudadano que habita en las redes sociales o más bien en el
círculo íntimo de quienes proponen esta causa. Sumergidos en los espaldarazos, está
claro que la revolución avanza para ellos.
No estoy convencido de aquel
refrán que dice que “no hay mal que dure 100 años”. Estoy convencido y espero que
en menos de un año esta efervescencia se diluya para bien de quienes pensamos,
no igual al resto, pero al menos pensamos. Seguimos nuestro camino y no el de
los demás.
No voy a sonreir, no voy a cuidar
y no voy a respetar. No porque no quiero, sino porque los mojigotes son ellos,
no yo.
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