David Mamani Cartagena
Versatilidad. Un cúmulo de
artistas y críticos nacionales destacan la diversidad de lenguajes, la
temporalidad del registro y su incipiente influencia en otras disciplinas como
el cine.
Claudia Joscowicz. Round and round and consumed by fire. 2009
Han pasado 50 años desde que Nam
June Paik, artista del colectivo Fluxus, realizara el primer registro en video
y su posterior exhibición. Sin embargo, el videoarte pide renovar
constantemente su significado en el llamado arte actual o contemporáneo. Por un
sentido geográfico, indagamos sobre esta técnica en Bolivia, su uso como un
canal de expresión para los artistas.
Julio González, Claudia
Joscowicz, Raquel Schwartz, José Ballivián, creadores; el curador Rodrigo Rada,
y el crítico Pedro Albornoz, diversifican opiniones sobre el tema.
Precursores nacionales
La mayoría de los consultados
coinciden en afirmar que el primer videoarte boliviano fue obra de Narda
Alvarado con Olive green (2003), empero hacía falta una plataforma de
exhibición.
“Está claro que la Bienal Siart
de La Paz ha sido la principal iniciadora de este fenómeno y junto con ella ha
emergido un grupo cada vez más grande de artistas jóvenes que han encontrado
sus medios de expresión en fórmulas no tradicionales y han sido acogidos por
las nuevas dinámicas de la cultura boliviana”, dijo Rada. Ballivián, artista y curador, fue más allá al
describir este inicio y citó otras obras que irrumpieron en la década pasada.
“Los primeros experimentos
audiovisuales realizados por Diego Torres y Rodrigo Quiroga en los 80, en los
90 las creaciones de Gastón Ugalde y Sol Mateo moldean conceptualmente los
pixeles. Comenzando el siglo XXI, en un marco estético más contundente, surgen
piezas de video exquisitas; Olive green (2003), un video performance que se
ejecuta con base en la idea-producto, de la artista Narda Alvarado y Muerte en el jardín (2007) de Iván Cáceres.
El artista-curador Rodrigo Rada, que construye discursos conceptuales que lo
han llevado a ejecutar piezas como Pelota (2003), donde la realidad y la acción
de las ideas actúan en el lenguaje contemporáneo”, indicó el curador Ballivián.
A pesar de la impronta de
Alvarado, todavía suman otros factores que hacen que el videoarte no se
consolide.
“En Bolivia el videoarte aún está
siendo poco utilizado por los artistas porque hay confusión en lo que es video
y videoarte. Creo también que las salas de exposiciones no están preparadas
para contener obra en video. Entonces el artista tiene que alquilar o tener su
propio reproductor, lo que incrementa los costos de exhibición”, afirmó
Schwartz.
Ventajas, circuito e
influencia
“Esa cuestión de la accesibilidad
hace que el videoarte esté de moda. Más acceso a público, más dinero, hay un
boom. Evidentemente ahora es más fácil llevar una exposición de video a otro
lugar, que esculturas. Eso permite que en Bolivia se esté impulsando más por
esta facilidad de logística, la Aduana” remarcó Julio González. Al contrario de
la facilidad de exhibir videoarte, la posibilidad de venta al público es una
desventaja.
“En términos de mercado el
videoarte es lo más difícil de vender. Una pintura es única, la fotografía vale
menos que una pintura porque es reproducible, el video aún más porque no tienes
un objeto sólido. Tienes el DVD (disco), se raya, se rompe” aclaró Joscowicz.
Sumando las cinco décadas del
videoarte en el mundo y la temprana época de producción de la técnica en
Bolivia, se puede advertir cierta presencia en el cine nacional.
“Se puede ver su influencia en películas como Zona sur, de
Juan Carlos Valdivia. Es un ejemplo de la estética, el movimiento de cámara.
Incluso la última película de Marcos Loayza, Las bellas durmientes, es otro
ejemplo. El arte está incidiendo”, finalizó Pedro Albornoz.
Artículo publicado originalmente en suplemento Brújula de diario El Deber.
Artículo publicado originalmente en suplemento Brújula de diario El Deber.
1 comentario:
La verdad que en lo personal me estimulan muchisimo lo que son los videos de arte de estas catacterísticas.
Lo destaco ya que tendemos a creer que el arte tiene que surgir de Europa, o países de primer mundo. Esto demuestra que no necesariamente.
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