Alguna
vez leí en una vieja entrevista que respondía Andrés Calamaro, que le gusta la
gente que puede detener el tiempo con el pensamiento. Hacía referencia a
Bob Dylan. En síntesis, sumar experiencia en la palabra.
Porque
la palabra es sonido como es el canto o las notas cuando se tocan.
Porque en una conferencia de prensa te das cuenta que el tiempo se
detuvo, al igual que ayer sábado 23, día del concierto. El viernes a la
tarde, el día que Calamaro atendía a la prensa, el escaso silencio fue
para la reflexión mientras lo escuchaba.
Calamaro habló de
toros, flamenco y Federico García Lorca, la herencia de su residencia
madrileña. Habló de tango, Miguel Abuelo y Spinetta, el orgullo de su
tierra. Citó anécdotas del rock, de Lynyrd Skynyrd; y en pocas horas de
estadía definió a Santa Cruz como París de los años 20. Una ciudad luz
que busca su destino.
Volvió a confirmar esto último ayer
en su concierto. Santa Cruz como la París entre las dos guerras.
Luchadora incansable. La del ímpetu bellaco que puede acallar cualquier
acto de demagogia.
Mientras el rey Salmón se rasgaba las
vestiduras pidiendo “un aplauso a sus huevos morales”, aquellos cojones
que tuvieron el valor de reivindicar su visión progresista saludando al
presidente Evo Morales, la plebe demagógica se desvanecía con el fútil
canto de Evo cabrón.
Retomó el norte musical, no
por perdido o considerado, sino porque la noche seguía detenida con su
pensamiento. Improvisó pasajes de “Dead flowers” de los Rolling Stones en
sus canciones. Nos recordó el lado salvaje de la vida, la que transitan
los poetas como Lou Reed con sus letras.
Al final del
recital, Calamaro comparó ese momento como la muerte del Che Guevara. Irónico y
desmesurado, hizo mención a la manera de dejar el alma y el cuerpo en el
escenario, la vida para el artista. No era perorata comunista, no era
capricho político, sino más bien la metáfora de la vida, la de recrear
un momento para una vez más, detener el pensamiento.
Mientras escribo esto pienso en aquella frase, la que detuvo mi pensamiento: “Permite que me incline ante tu sombra cuando el cántaro se rompa, libertad”. La cita de un poema y canción llamada Bohemio, como el título de su último disco.
Porque
nunca entenderemos la libertad, mientras nuestras miserias lo impidan.
Miseria humana y material. Necesitamos descanso y despojo, para que sea
la propia experiencia la que cave nuestra tumba. Mientras tanto, le
agradezco a Calamaro, por detener el tiempo con su pensamiento. Hasta el
próximo encuentro.
Foto: David Mamani Cartagena
2 comentarios:
Bonita reseña, David.
Luego de ver a Calamaro en 2010 y confirmándolo por tu nota, nos guste o no el contenido de sus peroratas, debería cantar más y habla menos en el escenario. Muchas veces sus 'raps' bordean lo incoherente tanto como sus canciones recientes coquetean con el pop más cursi y mediocre.
Pero menudo repertorio que tiene en su haber, para animar un show de dos horas.
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