martes, 2 de junio de 2009

ESTO NO ES UNA IMAGEN


David Mamani Cartagena



Lo único que lamenté anoche fue no haber podido sacar una foto. La digital quedó fútil como podría calificar algunos pasajes de los vertidos verbalmente por la mesa compuesta por Emma Villazón (moderadora), Giovanna Rivero (presentadora), Wilmer Urrelo y Maximiliano Barrientos, todos escritores. El motivo del junte era presentar formalmente a nombre de Diego Trelles “El futuro no es nuestro”, libro compilado por el escritor peruano quien reside en Binghamton, Nueva York (EEUU), ausente en la cita. Sin embargo esta distancia fue la excusa y el lei motiv para concretar esta propuesta que reune a 20 escritores, todos jóvenes menores de 40 años.


Precediendo a la mesa el gerente general de La Hoguera, Mauricio Méndez, indicó que fue Rivero la responsable de la internacionalización del sello, presentando esta propuesta que “marca un antes y un después en el ámbito nacional” destacando anécdotas como la “tarea de contactar al resto de los autores como convencer a sus agentes para la compra en cuanto a derechos de publicación de sus textos”. Méndez sostuvo que “este libro podrá ser disfrutado por tres generaciones de lectores entendiendo este hecho como el cierre de un ciclo del milenio. Una nueva literatura más allá del boom”.


NO FUTURE


Instalada la mesa, Villazón intentó un esbozo de conversación respondiendo al título del libro como una “respuesta al estribillo de los jóvenes son el futuro”. Atribuyó el origen de esta cantaleta al discurso modernista de principio y mediados del siglo XX, cuando los gobiernos acuñaron la frase con la finalidad de construir nación a través de la identidad.


Sin embargo “la respuesta nihilista hacia el sistema político y hacia los escritores” supone este quiebre como una marca generacional que sintetiza el título y que al mismo tiempo fue lanzada como interrogante al resto de sus colegas participantes.


Giovanna comentó escuetamente que la idea de reunir a todos los autores fue canalizada a través de un correo electrónico que el propio Trelles había mandado a quienes consideraba merecedores de tal honor, pidiendo sugerencias para el bautizo.


“Diego Trelles aclaró que al margen del nihilismo, destaca la lucidez de la nueva generación” en palabras de Rivero, acotando “la búsqueda de un pragmatismo personal, un compromiso con el oficio, sin esperar algo del futuro. El futuro no te debe nada”.


“Es un guiño al punk, al no future, la anarquía. La juventud vive en el presente y no en la posteridad” dijo Maximiliano Barrientos, posicionando a Roberto Bolaño como máxima influencia de esta nueva corriente. Recordaba una entrevista al célebre escritor chileno quien citaba en el ocaso de su vida “yo no tengo futuro” al respecto de lo que vendría posteriormente en la literatura. “Esto supuso una noción de escritor para la camada que hoy escribe” finalizo el novel escritor.


Wilmer Urrelo ofreció una perspectiva de “escritores no afiliados, sobresaliendo distintas formas, géneros, estilos de cada autor”. Al referirse al no futuro sostuvo que “el fracaso del comunismo como del neoliberalismo ha afectado a la percepción del mundo. Hoy existe un compromiso hacia la literatura”. Además destacó la diferenciación entre escritores y escritoras, extractando palabras de María Galindo, activista lesbiana quien decía que hasta los espacios de expresión como las letras habían sido usurpados a las mujeres. Una ávida interrupción de Rivero dio cuenta que de los 20 autores del libro, 7 son escritoras. 2/3 de la antología para Urrelo.


EL OCASO DEL BOOOM Y LA VIOLENCIA MOVILIZADORA


La segunda pregunta formulada por Villazón fue si había la posibilidad de definir una literatura latinoamericana cuya narrativa se circunscribe a sus problemas como principal característica.


Barrientos refutó la idea aduciendo que Onetti, Piglia y Bolaño no comulgaban con esa idea. “Es peligroso determinar un mapa generacional, estratificar a escritores que recién han comenzado y no se han consagrado. Pareciera un apuro académico de etiquetar”.


“La globalización y el mercado te obligan a la etiqueta. Sin embargo nos interesa detener este orden que en particular viene del mercado y no de la escritura, expresó Rivero.


Urrelo describe el escenario actual como una falsa alarma para preocuparse. “Jorge Franco, colombiano, sigue escribiendo sobre violencia, es decir, los problemas no han cambiado. El caso de Alvaro Cepeda, escritor y guionista pero más crítico de cine, era contemporáneo de García Márquez, y no recibió el crédito necesario como el representante del realismo mágico”.


Barrientos aclaró que “la etiqueta no es condición para llegar a grande editoriales, lo que asegura tu publicación es tu trabajo”.


Emma Villazón se limitó a decir que esta antología otorga la posibilidad de leerse en Latinoamérica, una lectura para todos. Sin embargo atribuye a la violencia el rasgo característico de la región.


Barrientos volvió a su posición argumentando que le interesa un tipo de “violencia implícita, como las relaciones de pareja, relaciones microscópicas”. El autor “valida el uso de la violencia como escenario para tocar otros temas, sino no sirve, la violencia se queda en su estado natural”. Citó como ejemplo la película La delgada línea roja (dirigida por Terrence Malick, basada en el libro de James Jones), ambientada en la Segunda Guerra Mundial.


Urrelo complementó su gusto por la violencia admitiendo que en sus historias siempre ronda la muerte, considerándose a su vez un amante de la lucha libre profesional y amateur como las cholitas voladoras de la ciudad de El Alto.


Rivero explicó que su generación no se comparaba con la mediatización de la violencia actual y de la cual gozan los seres vivos hoy en día.


LA PROVINCIA


Finalmente Villazón formuló si actualmente circunda una ausencia de localismo en los escritores latinoamericanos.


Wilmer Urrelo respondió apoyándose en una colega que “hoy no existen novelas literarias sino informativas”. En general, “escribir sobre lo local puede traer dudas de verosimilitud”.


Para Giovanna Rivero la localía se lleva en los genes, lo que da autoridad para criticar o alabar la región de uno. Comparó la idea del campo en otros contextos y el buen manejo del mismo en otras latitudes, destacando la universalidad del mismo. Trajo a colación un ejemplo como el de Cesar Herrera, quien utilizó las leyendas de su Samaipata natal, mezclándolas con nuevas técnicas de narración sin embargo el recurso no alcanza.


Urrelo añadió que la localía cambia con el tiempo, se adquieren nuevas sensibilidades.


Barrientos afirmó que un escritor con talento puede hacer valer su localía donde sea. El entuerto parecía resolverse cuando Barrientos dijo que es peligroso y excluyente materializar temas comunes. Rivero con fino humor hizo notar que su posición disminuiría las ventas del libro. Barrientos aclaró que celebra la idea de la antología por reunir a varios colegas en una sola temática, sin embargo pidió no ser introducido a ciertos sacos.

No hay comentarios: