Faltan pocos días para que la ruta del Dakar pase por Bolivia. Estuve tres días recorriendo Uyuni, el Salar, la Reserva Eduardo Avaroa y demás atractivos turísticos. Definitivamente una aventura. Salvo la carretera que une Potosí con Uyuni, y es asfaltada; el resto de los caminos hacia el Salar y la reserva E. Avaroa son de calamina/ripio/tierra. Rutas que los propios comunarios/gestores de turismo han ideado y que por instinto, recorren todos los días del año, y son parte fundamental de su economía. Tarea pendiente para la ABC.
Debo decir que encontré lugares/paisajes hermosos que contrastaban con cada parada que hacíamos. En ese momento la ecuación ideal para un baño/toilet sería: inodoro + papel + jabón. Al final el resultado nunca era el apropiado porque siempre faltaba algo. Son carencias normales diría yo. Ya estamos acostumbrados, es Bolivia. Un turista argentino en tono despectivo decía a otro: “hacé como hace la boliviana, levanta la falda y listo”. Al final del día llegabamos a un albergue cuya energía era proveída por motores y paneles solares, y que advertían que a la puesta del sol no tendríamos luz artificial.
Quizá no debería quejarme tanto. Un colega turista brasileño comentaba que están construyendo un estadio moderno en el barrio de Itaquera, Sao Paulo. La zona periférica más peligrosa de la más grande urbe de Sudamérica. Un mea culpa para quienes organizan un mundial con fines turísticos. Si acá somos capaces de pagar una millonaria licencia para una carrera y no construimos baños, peor tendremos posibilidades de construir estadios.
No estamos lejos del tiesto. Mientras mi hermano mayor presumía sus vacaciones en Ecuador, comentando que manejar en sus carreteras es como estar en Europa, que el aeropuerto de Quito es puro lujo y que la terminal de buses de Guayaquil es un shopping; pensaba que Bolivia deberá seguir esperando.
Nota: la foto es mía, no recuerdo la parada, pero sí recuerdo que tenía una primera necesidad antes que internet wi fi.
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