domingo, 24 de noviembre de 2013

PALABRA, TIEMPO Y PENSAMIENTO (crónica del concierto de Andrés Calamaro en Santa Cruz, Bolivia)

David Mamani Cartagena





Alguna vez leí en una vieja entrevista que respondía Andrés Calamaro, que le gusta la gente que puede detener el tiempo con el pensamiento. Hacía referencia a Bob Dylan. En síntesis, sumar experiencia en la palabra.

Porque la palabra es sonido como es el canto o las notas cuando se tocan. Porque en una conferencia de prensa te das cuenta que el tiempo se detuvo, al igual que ayer sábado 23, día del concierto. El viernes a la tarde, el día que Calamaro atendía a la prensa, el escaso silencio fue para la reflexión mientras lo escuchaba.

Calamaro habló de toros, flamenco y Federico García Lorca, la herencia de su residencia madrileña. Habló de tango, Miguel Abuelo y Spinetta, el orgullo de su tierra. Citó anécdotas del rock, de Lynyrd Skynyrd;  y en pocas horas de estadía definió a Santa Cruz como París de los años 20. Una ciudad luz que busca su destino.

Volvió a confirmar esto último ayer en su concierto. Santa Cruz como la París entre las dos guerras. Luchadora incansable. La del ímpetu bellaco que puede acallar cualquier acto de demagogia.

Mientras el rey Salmón se rasgaba las vestiduras pidiendo “un aplauso a sus huevos morales”, aquellos cojones que tuvieron el valor de reivindicar su visión progresista saludando al presidente Evo Morales, la plebe demagógica se desvanecía con el fútil canto de Evo cabrón.

Retomó el norte musical, no por perdido o considerado, sino porque la noche seguía detenida  con su pensamiento. Improvisó pasajes de “Dead flowers” de los Rolling Stones en sus canciones. Nos recordó el lado salvaje de la vida, la que transitan los poetas como Lou Reed con sus letras.

Al final del recital, Calamaro comparó ese momento como la muerte del Che Guevara. Irónico y desmesurado, hizo mención a la manera de dejar el alma y el cuerpo en el escenario, la vida para el artista. No era perorata comunista, no era capricho político, sino más bien la metáfora de la vida, la de recrear un momento para una vez más, detener el pensamiento.

Mientras escribo esto pienso en aquella frase, la que detuvo mi pensamiento: “Permite que me incline ante tu sombra cuando el cántaro se rompa, libertad”. La cita de un poema y canción llamada Bohemio, como el título de su último disco.

Porque nunca entenderemos la libertad, mientras nuestras miserias lo impidan. Miseria humana y material. Necesitamos descanso y despojo, para que sea la propia experiencia la que cave nuestra tumba. Mientras tanto, le agradezco a Calamaro, por detener el tiempo con su pensamiento. Hasta el próximo encuentro.



Foto: David Mamani Cartagena

2 comentarios:

Javier Rodríguez dijo...

Bonita reseña, David.
Luego de ver a Calamaro en 2010 y confirmándolo por tu nota, nos guste o no el contenido de sus peroratas, debería cantar más y habla menos en el escenario. Muchas veces sus 'raps' bordean lo incoherente tanto como sus canciones recientes coquetean con el pop más cursi y mediocre.
Pero menudo repertorio que tiene en su haber, para animar un show de dos horas.

DocOck dijo...
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