domingo, 12 de noviembre de 2017

EL VALOR DE LA POESIA DE VADIK BARRON

David Mamani Cartagena  





Acabo de leer Matrioshka y Tren a la isla (Editorial 3600), ambos poemarios del autor orureño Vadik Barrón, títulos que tengo entendido, ya van por la segunda edición.

Cada obra no supera las 50 páginas, y son los últimos poemarios de Barrón. En el caso de Matriohska, sin hacer referencia directa al título, abstrae a esta idea del cerebro Matriohska de Robert Bradbury, como un modelo de energía.

En el caso de Barrón, la Matriohska revela varios elementos recurrentes que se funden como energía. El caso de la luz, la compañera, y el mar; que a su vez derivan en la nada.  

El poder de síntesis de la poesía de Barrón es evidente cuando se lee:

la vida puede ser vacío absoluto:
nada. 
este mar 
no es
de agua.

Mar (3)

En el caso de “Tren a la Isla”, que a gusto personal supera a Matriohska, reúne dos mundos paralelos. Por un lado voces de habitantes de una isla; como la voz de un náufrago.

Soledad, despojo de credos, vida, muerte, etc. Hay un replanteo del ser, una metamorfosis desde la filosofía.

En el caso del poema “Dar fe”, se interpreta una distopía, un final apocalíptico. Este epílogo del náufrago también puede ser detectado en “Me despido”.

La poesía de Barrón suponen un ying/yang temporal y personal. Luz y oscuridad, energía generada desde el relato de la nada, como ese viaje introspectivo del ser. Para la poesía boliviana, un halo infinito.


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