miércoles, 14 de marzo de 2007

CESAR BRIE EN SANTA CRUZ

Cesar Brie estuvo el fin de semana de paso por Santa Cruz, invitado por el Centro Simón I. Patiño a dictar un taller de Acercamiento a la Dramaturgia. Conversar con el artista que cambió el arte escénico en Bolivia fue definitivamente un privilegio. Un artista que hasta hace unos años declaraba: “Cuando llegué a Bolivia, hace diez años, creí que podría cambiar un montón de cosas. Hoy sé que no, que en todo caso contribuí a abrir puertas. Eso, creo, me lo reconocen”.

En un país donde las personas que producen arte y llevan el nombre del mismo al exterior, la indiferencia es moneda de todos los días. Teatro Los Andes, compañía fundada hace 16 años confirmará en su llegada al VI Festival Internacional de Teatro de Santa Cruz, que su obra sigue vigente y que Cesar Brie es piedra fundamental de una nueva forma de hacer teatro en Bolivia.

Llegó a Bolivia en 1991. ¿Cómo podría resumir su experiencia al fundar Teatro Los Andes hace 16 años?

Estoy muy contento de estos 16 años. Creo que propusimos en un momento en que fundamos el teatro, demostrar que era posible crear un teatro y sostenerlo, viviendo de los recursos que el teatro generaba. Hemos logrado que esta forma de trabajo de modo organizativo digamos, se extendiera. Por alguna razón somos los únicos que logramos vivir de este modo. Porque el teatro en Bolivia ha cambiado, ha mejorado mucho. Hay otras personas que viven del teatro en campos algo diferentes al nuestro. Lo hacen con mucho coraje, dignidad. La gente de teatro popular por un lado y por otro lado el teatro de cabaret, llamémoslo así. El café teatro de algún modo, no reducido al café, sino un teatro masivo como es el Chaplin Show, Tra La La. Un teatro con un grado de actualidades. Ese teatro sobrevive con su trabajo. Me gustaría que vivieran también de su trabajo todos los demás teatros. Parte de su sustento tendría que estar a cargo de las autoridades, las universidades. Se debería entender que el teatro es pan para el espíritu. Entonces las alcaldías deberían dar espacios, crear teatros, crear espacios donde grupos de personas puedan formarse. Lo malo es que no hay, si no es por iniciativas muy valiosas, privadas generalmente, tiene que haber alguien que haga esto.

Santa Cruz es un lugar especial, aquí hay una Escuela de Teatro, está APAC (Asociación Pro Arte & Cultura), está René Hohenstein que con Casateatro ha hecho muchísimo, está la Casa de la Cultura en los barrios, donde algunos grupos de teatro existen. Esas realidades hay en Santa Cruz. Está Carlos Ureña, gran artista. Hay mucha colaboración entre los artistas. Por suerte aquí no ha picado tanto el mal que aqueja normalmente a la gente de teatro que es el recelo, la rencilla, la envidia. La gente es bastante solidaria en Santa Cruz.

Hablar de teatro boliviano a nivel internacional, es hablar de Teatro Los Andes. ¿Considera una influencia o quizá paradigma la existencia de Teatro Los Andes para Bolivia?

Eso yo no lo puedo decir, eso lo tienen que decir los demás. En realidad ir al exterior es nuestra fortuna y por otro lado es nuestra cruz. O sea, por un lado significa un reconocimiento, viajamos por todo el mundo y llevamos alto el nombre de Bolivia y el teatro boliviano, eso es objetivo. Por otro lado es una carencia, estamos afuera no estamos aquí. La verdad de esto es que si no tuviéramos estas invitaciones, esta fama que nos hemos hecho afuera, sería más difícil sobrevivir en el país. No debería ser así. A veces queremos viajar al exterior no solo porque nos invitan sino también porque queremos ir, debemos ir para poder generar los recursos. Como somos una organización sin fines de lucro, lo que hacemos es trabajar.


Realizando una retrospectiva ¿La denuncia política, es una característica fundamental en Teatro Los Andes?

No. Yo soy un ser político, me intereso mucho por el destino de este país. Considero mi segunda casa a Bolivia. Es mi casa hoy en día, no mi segunda. Es el país que he elegido para vivir. Digamos que lo político es una parte de nuestro trabajo, no es la única, pero no considero que hago un teatro político. No considero tampoco que por ser un artista debo ser un cómplice del estado de las cosas. Entonces reflexiono sobre lo que ocurre y trato de decir lo mío. He hecho un espectáculo que ha sido un espectáculo de denuncia. “En un sol amarillo (memorias de un temblor)”, el caso de los terremotos de Aiquile y Totora (malversación de fondos).

Recordando a Marcelo (parte del montaje)

¿El caso de la obra "Marcelo"?

“Marcelo” es un espectáculo que cuenta algo que los bolivianos habían olvidado que es la vida, la historia de Marcelo Quiroga Santa Cruz y entre esos aspectos también la historia de cómo nace la clase política que gobernó este país durante 20 años, que Marcelo denunció en el ’80, antes de morir. Justamente lo matan por el juicio que le hizo a Banzer. Junto a éste, la clase que hasta ese momento era opositora del mismo, los partidos neoliberales, toda esa gente de algún modo cómplice de la debacle económica y social de este país.

No hay que olvidarse que cuando se habla de Bolivia, si son ciertas las cifras extras oficiales, son cuatro millones los bolivianos en el exterior. Se dicen que en Argentina son un millón y medio. Donde voy encuentro bolivianos, comunidades bolivianas, en Canadá, Italia. Tierra del Fuego (sur argentino) tiene 4000 bolivianos. Ha habido un proceso social por el cual en los últimos 20 años, este país ha expulsado a un tercio de sus habitantes porque no pueden sobrevivir aquí. El principal ingreso que tiene Bolivia, son las remesas que envían sus inmigrantes. Eso por un lado es importante pero más vergonzoso que sea así, un país que pueda sostenerse con el dinero que ganan honestamente, trabajando durísimo las personas que fueron expulsadas del país y ni siquiera tienen derecho a voto. Eso es algo grave. Alguna vez hemos denunciado en alguna obra esto. Tengo una relación con la realidad, con la historia, con el pensamiento de este país. Entonces ha sido recuperar el pensamiento de Marcelo. Tal vez uno de los grandes intelectuales, de esos que nacen una vez cada 100 años y que tuvo Bolivia.

“Las Abarcas del tiempo” era una reflexión sobre la memoria que hice en un momento en que el triunfo neoliberal creaba esa especie de capa de olvido sobre el pasado de Bolivia. Inventé este viaje al “país de los muertos”, es un viaje al país de la historia, un drama. Debería ser ejemplar si es mostrada en su justa luz. “Ubu un Bolivia” era una sátira también sobre la corrupción, un texto clásico de Alfred Jarry, los primeros textos de teatro del siglo XIX. Yo lo adapté al contexto de lo que pudo haber sido un personaje como Mariano Melgarejo. Bueno, así cada obra tiene una sátira sobre la conquista. Pero yo no considero que hago un teatro político, yo hago teatro. El teatro tiene una posibilidad de que está bien hecho o está mal hecho. Después puede tener formas específicas, reflexiones estéticas, ideológicas, reflexiones formales, espirituales, todo eso conforma parte de la presentación de cada artista.

Paralelamente a la actividad teatral, la compañía editaba la Revista El Tonto del pueblo, podría comentar un poco sobre el proyecto (tiraje, números editados, contenido)?

El Tonto del Pueblo fue una gran misión que fracasó. Lo voy a seguir sacando, lo voy a reanudar, recomenzar, con menos ambiciones que antes. Inicialmente era una revista, grande, de mucho formato. Hicimos cinco números. Exceptuando uno están todos agotados. Hemos hecho una reedición del número cero. Era una revista que quería conformar algunos aspectos. Se proponía recordar, investigar, enseñar, polemizar y divertir. El único punto que no hemos logrado ha sido el polemizar. Parece que no hay frontón cuando tratas de abrir un debate honesto, abierto, no se responde. Pero los otros han sido útiles. En investigación hemos publicado artículos que por un lado hacen ver la realidad. Hemos estudiado el teatro argentino, boliviano. Hemos hecho un trabajo sobre el pensamiento estético y político de Lorca, de Bretch, el pensamiento de Kantúr. Hemos contado fragmentos de su historia no muy conocidos, incluso se presentó una obra de teatro en Argentina en base a ese artículo periodístico. El fracaso fue que yo quería hacer una vez por año la revista y no lo logré, es demasiado trabajo. Lo mejor es hacer una revista de menos formato, con las mismas intenciones pero más pequeña, que pueda salir con cierta regularidad, es el objetivo hoy día. En realidad, uno envejece, las fuerzas merman, hay siempre cosas que hacer. Entonces el tiempo que me quedaba para la revista era menor, y entre la revista y mi grupo, elijo mi grupo, es lo esencial. Solo la existencia de mi grupo justifica esa revista. Hubo un momento en que tuve que dedicar todas mis fuerzas para que mi grupo se sostuviera, sobreviviese y superara su crisis y la revista pasó a un segundo plano, desgraciadamente. Pero creo que los cinco números quedan en la historia del teatro boliviano, seguramente.

Cesar Brie en una de sus destacadas actuaciones

Llegó a Santa Cruz para dictar el Taller de Acercamiento a la dramaturgia en el Centro Simón I. Patiño. ¿Cuáles son sus apreciaciones?

Este es un pequeño taller que me han ofrecido que me sirve a mí para aprender a enseñar y sistematizar formas de trabajo relacionadas al texto. Estoy tratando de hacer eso. Enseñarle a la gente a no tener miedo a escribir. Si tuviera que decirte la verdad, es más importante enseñarle a la gente a tirarse a la pileta. Así como para nadar tienes que soltarte en el agua, para escribir tienes que ponerte a hacerlo. No hay muchos dramaturgos en el país, hay una carencia dramatúrgica. Yo trato de enseñar una dramaturgia que como no está ligada a la escritura, pero esa escritura debe estar ligada a pies y manos, a la escena. Entonces eso es lo que estoy tratando de transmitir.

Se acerca el VI Festival Internacional de Teatro de Santa Cruz. ¿Cuáles son los planes de Teatro Los Andes para tal magno evento?

Vamos a presentar tres obras. Una es “Marcelo” que todavía no la presentamos en Santa Cruz. Vamos a presentar “120 kilos jazz” que acabamos de estrenar, es una obra cómica, una historia de amor jocosa. Es un señor muy gordo, que hace todo para poder ir a una fiesta donde va ir la mujer que él ama y que ella no lo ama. Es un personaje, un contrabajista. Es un cuento que escribí y con el cual gané el Festival de Cuentos del Diario Presencia hace muchos años y ahora lo hemos adaptado al teatro, es un monologo. Luego vamos a hacer una obra sobre la violencia familiar, que es un tema candente en el país. Más del 50 % de las familias sufren violencia intrafamiliar, hemos hecho un estudio sobre eso. Estamos terminando el montaje, va a estar en el festival. Esas son las obras.
Después estoy preparando pero eso será para el próximo año, una nueva obra de teatro que será La Odisea. La Odisea como un cuento relacionado con el problema de la migración. Creo que es un drama, todo el mundo quiere irse de donde está. Justamente La Odisea es también un poema del regreso. Ulises / Odiseo hace de todo por volver. Dice que no hay un lugar mejor para el hombre que el lugar donde creció. Un poco si quieres, parafraseando a Rilke que “la patria del hombre es su infancia”. Entonces el peligro del inmigrante es doble, fracasar o triunfar. Es siempre un peligro. ¿Por qué? Porque cuando fracasas regresas con menos de lo que tenías. Cuando triunfas te quedas cómodo en un país pero eres pan para la nostalgia, aquello que perdiste no lo recuperas. Entonces Odiseo lucha contra esos dos, lucha contra las adversidades, los naufragios, los cíclopes, y lucha también contra las bondades. Una diosa le ofrece vida eterna si se queda con él, los feacios le ofrecen la hija del rey como esposa y ser un huésped ilustre, y él dice que no, que quiere volver. Entonces el mito del retorno nace de algún modo nace con La Odisea y tratamos de enfrentarnos a la luz del clásico y a la luz también de la realidad. Bolivianos que piensan que se van y que quieren vivir mejor. Terminan tal vez viviendo mejor, pero no completamente, no espiritualmente. Entonces, yo creo que detrás de todo emigrante hay un espejismo, y ese espejismo hasta cierto punto no se relata. Argentina se ha formado con emigrantes, son los hijos de esos emigrantes que ya nacen con otra cosa, me entendés. Alguien que vivirá el resto de su vida lacerado, desgarrado por dentro, con ese dolor, paraíso o infierno perdido. Eso será el tema de la próxima obra pero no para este festival, sino que estará lista de aquí a un año y medio.

Cesar Brie (Buenos Aires, Argentina, 1954). Fundador de la Comuna Baires (1971), Grupo Internacional Farfa (1980), ha formado parte del reconocido Odin Theatre de Dinamarca. LLegó a Bolivia en 1991 y fundó el Teatro Los Andes, en la comunidad de Yotala, Chuquisaca. Desde sus inicios, Teatro Los Andes ha presentado más de 12 obras, con más de 845 puestas en escena dentro del territorio nacional y en diversos países como: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Venezuela, Cuba, España, Italia, Francia, Portugal, Suiza, EEUU y Puerto Rico. Entre sus obras más exitosas destacan: Cancionero del Mundo (1992), Solo los giles mueren de amor (1993), Ubú en Bolivia (1994), Las abarcas del tiempo (1995) y La iliada (2000).

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