viernes, 28 de mayo de 2010

MCONDO Y LA INGENUIDAD DEL MUNDO EDITORIAL

Entrevista a Edmundo Paz Soldán

David Mamani Cartagena




Mientras discutía en mi interior los límites para introducir esta entrevista terminé obligado a opinar sobre una impostación en cuanto a la imagen distorsionada for export, la del realismo mágico que los gringos se tragaron por culpa de García Marquez y Vargas Llosa. Años más tarde sucumbiría el boom y el líbelo del parricidio emerge mediante la publicación de la antología Mcondo (1996) de los chilenos Alberto Fuguet y Sergio Gómez, quienes elegirían a la nueva generación que tomaría la posta de la literatura latinoamericana, entre ellos Edmundo Paz Soldán.

Hace unos meses se publicó un artículo en el diario chileno La Tercera, describiendo en un contexto histórico lo que fue y lo que es hoy, el presente de aquella generación de los ‘90s.

Si hubo un perjuicio de la globalización al mundo de las letras (escritores y editoriales), es esta seguidilla de mapas generacionales que cada cierto tiempo deben ubicar su discurso según los tiempos venideros.


Desde una simple aculturación migrante en la colonia (McOndo), antojadiza como fueron elegidos sus representantes; pasando por una pseudo intelectual clase de nuevas promesas en ocasión de celebrar a Bogotá (Colombia) como Cápital Mundial del Libro y su Bogotá 39 (2007, 39 escritores representativos de la región y menores de 40 años).

“Sin rupturas no hay relevos”, citó Diego Trelles, compilador de El futuro no es nuestro (2009), manifiesto “punk” de las figuras actuales, el sino trágico de la juventud que al parecer se anticipó a la muerte de Salinger y su imaginario adolescente. Peter Pan ha muerto y Paz Soldán responde afirmando y negando algunos mitos. Empero habrá que negarse a aceptar la persistente como descarada ingenuidad con la que se lee cada vez a los autores de estos lares. Next.

¿Qué reacciones te produjo la muerte de J. D Salinger?

EPS: Sorpresa total. El año pasado leí Franny y Zooey, y aparte de eso no lo había leído mucho últimamente, pero tenía el mejor de los recuerdos de su obra.

¿Es el fin de la adolescencia como temática en la literatura?

EPS: Para nada. Yo diría que esto recién comienza, sobre todo en Latinoamérica.

En Bolivia tenemos poquísimas novelas y cuentos con personajes adolescentes. Es un inmenso territorio a explorar.

¿Cuál es tu lugar o percepción como hispanoparlante en EEUU? ¿Conforma un proceso de aculturación en ambas partes?

EPS: Este país es lo suficientemente grande como para que cada uno pueda hacerse de un lugar. Sin embargo, el peso de la inmigración latina es tanto que a los Estados Unidos le cuesta asimilarlo. Por lo pronto es más lo que influye Estados Unidos en nosotros que viceversa, pero lo positivo es que pese a esa influencia hemos logrado mantener una cultura vibrante, dinámica. Nos enriquecen otros aportes, pero no perdemos lo nuestro.

Tu última obra “Los vivos y los muertos” fue narrada a partir de un hecho real registrado en los diarios. ¿Seguiremos discutiendo los límites de la ficción como de la no ficción?

EPS: Es bueno discutir esos límites. La ficción mejora cuando sus convenciones, sus reglas, son cuestionadas. Y la no ficción ha salido ganando en el debate, ha adoptado muchas estrategias de la ficción narrativa y ahora el género no sólo es muy respetado sino que está en un gran momento en el continente. Ahí están el trabajo de Juan Villoro, el de Julio Villanueva-Chang, el de Leila Guerriero.

En cuanto al oficio académico, ¿Por qué se ha dado este fenómeno de estudio de la lengua española en las universidades norteamericanas como de la literatura latinoamericana?

EPS: En Estados Unidos es obligatorio aprender una lengua extranjera para graduarse en cualquier carrera. Me parece lógico que la abrumadora presencia de la inmigración latinoamericana en los Estados Unidos haya producido la curiosidad suficiente como meterse a aprender el lenguaje y la literatura de América Latina. Es interesante observar el fenómeno desde adentro. Cuando llegué a los Estados Unidos hace veinte años, el español estaba detrás del francés y el alemán en las universidades. Hoy, 70% de los estudiantes que aprenden una lengua extranjera escogen el español.

¿Te molestó la etiqueta Mcondo (antología)?

EPS: Me causó gracia. La encontré muy original, es todo un hallazgo. De hecho creo que si la antología concitó tanta atención fue en gran parte gracias a su título.

¿Crees que el llamado “boom” de Fresán, Fuguet y Paz Soldán se diluyó y ahora maduraron como indican los críticos?

EPS: Nunca hubo un "boom". Y si no maduramos en algo después de tanto tiempo, entonces no hay salvación para nosotros.

Por qué se sigue antologando autores bajo la subjetiva categoría de la edad, ¿obedece al mercado editorial? Ejemplo: Bogotá 39.

EPS: Porque facilita las cosas a los editores, a los críticos, a los periodistas culturales. Incluso a los escritores. El asunto es no tomar esas cosas tan en serio. Recibirlas con una dosis de ironía y buen humor.

¿Cómo ves el panorama de la literatura hispanoamericana?

EPS: Muy disperso, muy ecléctico. Atraviesa un gran momento. Una grupo que pueda contar entre sus nombres con Junot Díaz, Mario Bellatin o Juan Gabriel Vásquez, por sólo citar unos cuantos, es un gran grupo.


(Entrevista publicada originalmente en mi perfil de Facebook el Viernes, 12 de febrero de 2010 a las 16:02)

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