domingo, 13 de febrero de 2011

DE LA LUZ HACIA LO OSCURO


David Mamani Cartagena
 


Darren Aronofsky es un director estadounidense que explora la intimidad de los personajes a través de sus tragedias. Dos de sus películas más conocidas, “The Wrestler” que narra el ocaso de la carrera de un atleta que intenta recuperar el amor de su hija; o “Requiem for a dream”, donde un grupo de jóvenes drogadictos despiertan de sus efectos y enfrentan la realidad, sintetizan el uso de recursos recurrentes de su filmografía: escenas oníricas y de fantasía que llevan a la paranoia y obsesión como el reiterado sino de sus personajes.

Su última cinta, “El cisne negro”, es un thriller psicológico estrenado a nivel mundial el año pasado, abriendo  la 67º Festival Internacional de Cine de Venecia, ovacionada por la crítica y exhibida estos días en el Cine Center de nuestra ciudad.

El filme retrata la búsqueda de la perfección a través del arte, en este caso la danza. Nina (Natalie Portman), bailarina de una compañía de Nueva York dirigida por Thomas Leroy (Vincent Cassel), aspira a interpretar el papel dual de Odette y Odile, el cisne blanco y el cisne negro, basada en la obra de ballet clásico “El lago de los cisnes” del compositor ruso Piotr Chaikovski. Como una suerte de ying yang entre caracteres, Nina reúne la inocencia y la pureza para ser el Cisne blanco, donde a su vez emerge su antagonista Lily (Mila Kunis), su rival como bailarina que cabe en el Cisne negro, un ser siniestro y malo. Nina no solo deberá superar la presión por ser elegida, sino también cumplir con el deseo frustrado de su madre, ex bailarina y llenar el vacío que dejó Beth (Winona Ryder); antigua integrante de la compañía reemplazada por Nina.



Aronofsky recrea visualmente la autoflagelación como un camino hacia la búsqueda de un ser oscuro, la lucha de un personaje ante el temor de ser reemplazado por otro, cerrando un círculo narcisista enmarcado en el ego del artista, en este caso Nina, como persona y bailarina.

Hacia el final de la película, Nina consigue el aplauso del público luego de una brillante performance, una vez iniciado el camino como una niña virginal para alcanzar el climax con su sangre derramada. Una metáfora de la menstruación, en cuanto a la exploración del cuerpo femenino, como otras escenas cargadas de erotismo que confluyen en los 108 minutos de duración de la cinta.

A ratos, Nina recuerda a Jack del Club de la Pelea (David Fincher), quien concretaba sus deseos incumplidos a través de la oscuridad de su otro yo llamado Tyler, en similar recorrido.

En este caso, Aronofsky narra la destrucción del "yo" hacia la perfección.

1 comentario:

Anónimo dijo...

amigo querido, puedes ver mi blog:
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