miércoles, 26 de octubre de 2011

RECUERDOS DE AVANZADA


David Mamani Cartagena


(*) Para Pato Peters y todos aquellos que alguna vez fuimos parte del junte tuitero melómano



Reiterativa y exhaustiva. Esta vasta y absurda discusión que todavía genera la fiebre de los tributos musicales en Santa Cruz y su patética presencia como tema del día en las redes sociales (Facebook en particular), ha creado un escenario donde asisten quienes profesan y reclaman originalidad para la música nacional (al margen del género) como aquellos que se dedican a promover estos eventos. Estos últimos basan su postura en el éxito de sus funciones y el crecimiento de sus utilidades como empresa.

Está claro que la nostalgia es un gran negocio. Se sobre entiende que a la música nacional le hace falta un gigante atisbo de creatividad. Yo estoy convencido que no solo pasa por el artista, ni por el productor ni por el mercado. Ante el capitalismo que coapta todo, prefiero considerar mis esperanzas (casi perdidas) hacia la inteligencia de quien consume música.

Empero, voy a ser reiterativo como los empecinados del “cover“ y plantearé un discurso no tan estéril. Empezaré diciendo que estos nichos (tributos) no conocen más allá del género que creen representar (rock). Una generación de músicos mediocres cuyas referencias musicales no pasan del 2000, y que prefieren imitar, copiar, calcar, etc; a pesar que la originalidad está en el negocio sin ninguna duda.

Tanta reiteración de la nostalgia no ofende al dinero pero sí a quienes hemos crecido con esos sonidos. Ante la mediocridad de interpretación o limitada creación de “reversionar” o hacer una nueva versión del “cover” en cuestión, mis referencias de aquel tiempo caen en un facilismo del cual no quiero hacer mella en honor al placer que me produjo escuchar por primera vez esa música o lo que en un tiempo consideré vanguardia y hoy es cliché de mercado. Aquel honor alude aunque de ilusa manera a estas mismas referencias  que tienen que bancarse “encomiuns” ajenos. Estas bandas dirán como  Vincent Kartheiser: “Estoy feliz de ser un estadounidense blanco y no un boliviano”.

Siguiendo con el sarcasmo y en tono serio en lo posterior, concluyo que esta generación de “alabanzas rockeras” no está sola. Cabe reflexionar también al público que asiste a misa (boliches) los viernes o sábados a la noche. Aquellos que hoy escuchan música y su incapacidad de selección como de catalogación. Su desidia para buscar nuevos sonidos, nuevas fuentes periodísticas musicales, páginas web, blogs, foros, etc. Un cumulo de conocimiento que podría paliar esta crisis creativa en beneficio de la música nacional como del mercado libre. Un “oligopolio” de innovación (pocos mejor) parafraseando los términos económicos de los entendidos del negocio de la reiteración (tributos).

Si vamos a hablar de liberalismo optemos por una cultura libre de creación y no de imitación, porque si algo hará la vanguardia no será eximirnos de no ser blancos y haber nacido en Bolivia, pero sí poder jactarnos de ser originales.



Notas:

(*) El junte tuitero melómano fue una iniciativa colectiva creada desde Twitter el año 2010, y llevada a la realidad en dos ocasiones en el domicilio particular del colega Pato Peters, cuando todavía residía en Santa Cruz. Una tercera ocasión planificada espera concretarse pronto. Cuando todos quienes estuvimos ahí, volvamos a juntarnos y hablar de música. Un placer recordar.

(*) Recomendaciones web para dejar de ser un asistente a tributos musicales:

http://www.rollingstone.com.ar/weblogs/hot-tracks
http://www.piensomusica.com/
http://www.pitchfork.com/

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