David Mamani Cartagena
Jorge Sanjinés estrenó recientemente “Insurgentes. El aclamado director recurre a citar momentos de la historia del país como la caída y ahorcamiento de Gualberto Villarroel en la Plaza Murillo a manos de la clase alta blancoide paceña, la Guerra del Chaco que tenía indios engrosando sus filas; cuyos beneméritos refundaron la patria para formar milicias en la revolución del 52. También retrata la caída de Pablo Zárate Villca durante la Guerra Federal, la lucha de Tupac Katari y Bartolina Sisa, etc., hasta la asunción de Evo Morales, actual presidente.
Narrada por el propio Sanjinés, destaca la fotografía, el vestuario, la dirección de arte; pero a su vez confunde la revisión desordenada de la historia como un guiño propagandístico al proceso de cambio que proclama el MAS, actual partido de gobierno en el poder.
Quizá el filme de Sanjinés recopile estos hechos como la memoria de la clase indígena y su participación en la lucha de la soberanía nacional, empero sigue asignándose nuevos significados a la historia de Bolivia, al punto de constituirse en apócrifa ante tantas nuevas interpretaciones.
La reivindicación se torna cada vez más estéril por cuanto el mismo presidente Evo Morales ha suprimido los términos indígenas e indios al replantear una nueva fundación y nominar el Estado Plurinacional de Bolivia, reconociendo 32 naciones en un estado. No dar cuenta de ello o no dar fe, convierte la carrera u obra de Sanjinés en una contradicción para las nuevas generaciones.
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