martes, 2 de junio de 2015

JON LEE ANDERSON, LA ETICA Y LOS EMBATES DEL PODER

David Mamani Cartagena


Jon Lee Anderson y su encuentro con los lectores de la FIL Santa Cruz


Jon Lee Anderson llegó ayer a la Feria Internacional del Libro 2015 de Santa Cruz, gracias a las gestiones de diario EL Deber. A pesar del retraso a la hora programada para la conferencia magistral en el salón Gabriel René Moreno, el periodista norteamericano habló durante hora y  media sobre su experiencia como corresponsal de conflictos en centro América en los años 80s para la reconocida TIME y su presente en la revista New Yorker.

Pablo Ortíz, editor del área nacional de diario El Deber fue el encargado de introducir al invitado. Anderson recordó que había llegado la primera vez a Santa Cruz como mochilero, al final de la década del 70; retornando años después luego del descubrimiento de los restos del Che Guevara, de quien escribió su biografía.

Anderson recordó los inicios de su carrera, remarcando la idea del periodista joven que atraviesa con dos dificultades en el oficio: obviar verdades escritas en la libreta de apuntes, es decir, decidir si se va a compartir algunas partes con el lector; y la dificultad de transmitir la verdad cuando no eres el dueño del medio.

Afirmó que se siente parte de una generación histórica de periodistas en EEUU, quienes marcaron una ruptura al status quo del periodismo norteamericano, en un momento histórico y político de su país, a raíz del retorno de las tropas de Vietnam y el caso Watergate que provocó la caída del presidente Richard Nixon en 1974. 

También hizo notar la dicotomía que supone reportear en un conflicto como fue la revolución sandinista en Nicaragua, cuando uno de los protagonistas es tu propio país. “Decir la verdad cuestionando el método que utiliza el país para resolver el conflicto, pero sin perder el patriotismo” dijo.

Anderson fue corresponsal de la revista TIME cuando realizó la cobertura en Nicaragua, donde al inicio de todo periodista joven, “uno es feliz cuando publican su nota”. Empero, ser corresponsal también suponía el riesgo de ver modificado el reporte, porque éste al final terminaba siendo reescrito por los editores. El cronista hizo notar que TIME prefería contar ciertas partes del relato, lo que “menguaba su investigación”. Todavía fue más específico cuando le fue revelado un manual de la CIA (Central de Inteligencia norteamericana) durante la intervención de los “contras” en Nicaragua, describiendo métodos de tortura y táctica de guerra. Esto supuso la indignación de Anderson, quien a pesar de haber escrito sobre el tema y al no ser publicado, prefirió filtrar esta información y denunciarla en DDHH y ONgs.

Anderson aprovechó de firmar algunos ejemplares de sus obras

En conclusión, Anderson dijo que “hay verdades encubiertas escritas por algunos periodistas, y que luego son desenterradas por otros periodistas”. Asqueado por el panorama, Anderson prefirió seguir con la escritura, publicando libros sobre los insurgentes centroamericanos como la biografía del Che Guevara.

Al presente, Anderson trabaja para la revista New Yorker, donde siente autonomía para argumentar sus “nociones de crónica”.

Al final quedaron algunas frases como: 

“Los gobiernos no son organismos éticos, sino organismos del poder; y los medios son una mecánica del poder”.

“El periodismo es un servicio público por más que trabajemos en un medio privado”

“El poder no cuestionado es potencialmente dañino”

“Los conflictos son el fracaso de la política. Sangre a falta de debate”

“La prensa debe nutrir el debate para una sociedad saludable”

“El periodismo vence a la censura en un estado de derecho consolidado”

Luego de algunas preguntas del público, y la declaración de huésped ilustre de la ciudad por parte de la Alcaldía; quedó la duda de saber cuántos años de indignación y decepciones sobre el oficio obligan la decisión de asumir la propia independencia para informar. Un periodismo planteado desde la filosofía, la ética personal y los límites de la transgresión de los propios principios.


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