miércoles, 20 de septiembre de 2017

LA COPA ROTA (Crónica del concierto de Diego El Cigala en Scz)

David Mamani Cartagena


Anoche pasaba del sueño a la pesadilla. Tener que aguantar una hora para dar inicio a un show que contó con antesala (telonera) que nadie se encargó de presentar y menos esta misma presentarse. Pero esta es una nimiedad frente a lo que tuvimos que sufrir los que estuvimos ubicados en Bronce (ubicación cercana a la puerta del salón Exhibición del Hotel Los Tajibos), y no teníamos para aplaudir con nuestras alhajas.

El Cigala cantó como el cantaor que es. Un genio que sabe ser acompañado por el maestro Jaime Calabuch, Jumitus. A pesar de un fondo confuso de luces, excesiva cantidad de humo que terminó incomodando al artista, y quien en un momento tuvo una pausa obligada porque el mesero del escenario olvidó recargar el líquido vital que necesitaba para brillar.

Un sonido regular que se diluía por la pista que asumo era la letra de cada canción, que hizo que El Cigala pifiara su interpretación en "Vete de mi" y "Vida loca" de Francisco Céspedes (autor cubano).

Hubo boleros (Soledad, Lágrimas negras), tango (El día que me quieras), canciones de Roberto Carlos (Amigo, Cóncavo y convexo), Nino Bravo (Te quiero), y al final de alguna versión se improvisaba con salsa. Cigala es un artista que canta al ritmo de sus dedos y manos, que a su vez dirige el tempo de quién lo acompaña, y del público que lo sigue.

Al final un bis como consuelo para tratar de olvidar a algunos cretinos que durante el show filmaban o sacaban fotos con flash, reían o conversaban. Unos más osados que se paraban y venían desde adelante a recargar alcohol y comida. Craso error mientras cantaba el Cigala.

Que no se entienda que este es un baldón hacia la dizque clase social alta de este pueblo, pero la gente "bien", de modales y etiqueta no tiene ni entiende nada. Estos hicieron del pasillo del salón, un cocktail de alto volumen, con las puertas abiertas hacia el concierto, y que remitían al peor de los infiernos de la Divina Comedia.

Que el duende de Lorca y el misticismo del flamenco los perdonen. Los que asistimos al último sector los aborrecimos toda la noche.


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